jueves, 22 de enero de 2009

La cita III

Pasa un tiempo interminable, en el cual solo nos dedicamos a besarnos, con nuestros cuerpos en contacto, sintiendo cada beso como si fuese el primero, jugueteando con nuestras lenguas, con calma, disfrutando el momento. Mi mano recorre tu pecho, mi boca se aleja de la tuya para encontrar el camino del cuerpo, degustando el sabor único de tu piel, necesita descubrir de nuevo cada centímetro. Me paro en los pezones, que se endurecen al notar la humedad de mi lengua, reciben dulces besos y algún que otro suave mordisquito, después de dedicarles el tiempo que se merecen, una mano acaricia tu costado, mientras mi boca recorre el espacio del otro, desde la axila hasta la cintura, sin perder un solo detalle.

Me encuentro en tu cintura, mientras mis manos te acarician y mi boca te besa, mis ojos no pierden de vista tu miembro excitado, me gusta saber que esa excitación es provocada por mí, tengo ganas de ir a su encuentro, pero quiero hacerte saborear el momento, mis dedos comienzan a recorrer tus ingles, mientras te miro, quiero seguir cerciorándome de que esta vez es real, que no es uno de los miles de sueños que he tenido contigo.
-¿te he dicho que te quiero?-
-No lo suficiente- me respondes con la más dulce sonrisa.
-Te quiero- mientras lo digo, me acerco a tus labios para fundirnos en un beso, un beso que expresa todos los sentimientos que no pueden describirse con palabras.
-Te quiero- y me respondes con otro beso como el anterior.
Podría pasarme la vida así, mi cuerpo sobre el tuyo, notando el calor de nuestras pieles, la excitación de nuestros cuerpos.
Me deslizo de nuevo hacia donde estaba antes, intentas retenerme con un beso, pero sigo deslizándome, besando de nuevo tu pecho, acompañando mis besos de caricias, recorro tu cuerpo hasta llegar de nuevo al punto donde me encontraba antes, ahora me centro en tu sexo, mis dedos lo acarician suavemente, noto como el glande se humedece poco a poco, mi boca sigue a mis dedos, mi lengua se dirige hacia tu glande, lo recorre en círculos, parándose en cada milímetro, sin dejar nada sin tocar, poco a poco mis labios van tomando protagonismo, mientras mi mano realiza movimientos ascendentes y descendentes, tu pene se desliza en mi boca, siento el placer que te produce y eso llena de mariposas mi barriga, podría pasarme una eternidad así, tú me reclamas para que siga besándote, me hago la remolona, todavía quedan muchas cosas que quiero hacerte, insistes y mis labios vuelven a estar en contacto con los tuyos.
Mi cuerpo se muere de deseo, noto la presencia del tuyo tan cerca… deseo que nos fundamos en uno solo, pero no quieres que sea tan rápido, ahora eres tú el que quieres acariciarme, mientras me besas, una caricia pasea por mi silueta, desde el cuello hasta el hombro, pasa por un brazo y llega a mi cadera, sube por la cintura, llega a un pecho y se detiene en él. Ahora son tus labios los que andan por el camino que hizo la caricia…

Las sensaciones se me amontonan en la cabeza, son tantas, que tienen que esperar agrupadas para que las pueda ir sintiendo una por una, no quiero perder ninguna.
Estás en mis pechos, degustando su sabor, acompañando tu boca de las más tiernas caricias, les dedicas el tiempo necesario, no dejas un milímetro sin tocar, juegas con mis pezones mientras ellos se endurecen y notas como se me eriza la piel.

Tus manos siguen explorando los caminos que antes abrieron estando enjabonadas, recorren mi piel y tu boca no quiere quedarse atrás, paseas por mi cuerpo, una y otra vez, hasta llegar a mis inglés, en ese momento haces una parada para visitar mi cofre, al abrirlo con tu boca, descubres mis tesoros en forma de fluidos que esperan a que los degustes y eso haces, con la delicadeza que te caracteriza, poco a poco, recorres cada pliegue hasta que te centras en mi clítoris, tu lengua muy húmeda y muy suave acaricia sus bordes y de vez en cuando pasa sobre él.

Siento el vértigo del momento, el torbellino del no retorno, me inunda la necesidad de más y el deseo de ti, ahora comprendo porque antes no me dejaste continuar y me pediste un beso, quiero mi beso ahora, quiero compartir estas sensaciones contigo y te las trasmito a través de ellos.

Estás sobre mí, besándome, rodeo tu cintura con mis piernas, noto la proximidad de nuestros sexos, siento la necesidad de que nuestros cuerpos se fundan en uno solo. Así nos quedamos besándonos, hasta que nuestro deseo se hace insostenible, entonces noto como entras en mí lentamente, vuelven a agolparse miles de sensaciones en mi cabeza, ahora somos alma y cuerpo unidos entre si, fundiéndose entre los cuatro.

-Es maravilloso- te digo entre beso y beso.
-Te amo- me respondes
-Te amo

Los besos se suceden uno tras otro, noto tu respiración como se acelera, soy tuya cada empuje y lamento cada retroceso, las sensaciones se siguen amontonando esperando poder escapar todas juntas. Te paras un poco para besarte, aprovecho la parada para girarte, ahora estoy sobre ti, quieta, solo muevo mis músculos internos, no quiero que te escapes de nuevo, poco a poco mi cuerpo acompaña mis músculos, tus manos acarician mi cuerpo, arqueo la espalda y apoyo mis manos en tus piernas, te siento, cada movimiento como si fuese el último.
Necesito el contacto de tu cuerpo, me pego a ti, me pego a tu lado izquierdo para acercar nuestros corazones, bajo mis piernas hasta que están en contacto con las tuyas, mientras una mano tuya recorre mi espalda y la otra una nalga, mis dedos están en tu pelo y nuestros labios no se separan. Tú respiración está acelerada y mis sensaciones no pueden contener tanta presión, noto que te pasa lo mismo, nuestro movimiento se va acelerando hasta que juntos explotamos todas nuestras emociones en un inmenso placer.

Quedamos quietos, sintiendo todo lo que acaba de pasar, poco a poco nuestros cuerpos se separan, me deslizo hacia un lado, quedando mi cuerpo pegado al tuyo y adormilándome en tu hombro…

1 comentario:

  1. Me gustó, es sugerente y sensible, tu relato.

    Besos, niña. buen domingo.

    ResponderEliminar